Cuando un desastre natural, como la reciente DANA, deja pérdidas que superan los 4.500 millones de euros, o una pandemia global paraliza países enteross, los eslabones más débiles de la cadena, los autónomos y las micropymes, son los primeros en sentir el impacto. Sin embargo, no hace falta enfrentarse a eventos catastróficos para ver las consecuencias de lo inesperado: desde un intento de ciberataque, que sustrae datos críticos, hasta una nevada copiosa que interrumpe la cadena de suministro, o una caída drástica en las ventas, cualquier negocio está expuesto a situaciones imprevistas que pueden afectar, en mayor o menos medida, a su supervivencia.
Se podría decir que los autónomos y pequeños negocios que han sobrevivido a desastres como la pandemia y tienen más posibilidades de salir adelante tras la última DANA, son aquellos que cuentan con un colchón de ahorro. Las ayudas hacen eso: ayudar. Pero no solucionan el problema de vivir cada día y, además, reflotar el negocio. Aquellos autónomos que contaban con ahorros resistieron y los que sigan su ejemplo podrán afrontar mejor casi cualquier problema. Los que no, con negocios arrasados por ejemplo por la DANA en los que hay que invertir miles de euros para ponerlos de nuevo en marcha, se verán quizá obligados a abandonar.
Otro consejo mayoritario es contar con una base de cotización medianamente alta que permita en estos casos cobrar una buena prestación por cese de actividad. Todos los autónomos desde 2019 están cotizando por esta contingencia que viene muy bien cobrarla en caso de desastre o crisis. Amén de seguros y coberturas privadas que se puedan tener.
Por tanto, la clave para minimizar su impacto está en prepararse en la medida de lo posible para este tipo de eventualidades y no sólo firmando un seguro. “Para los pequeños negocios, los peligros clave incluyen desastres físicos como inundaciones o incendios, ciberataques y fallos tecnológicos que afecten su capacidad de operar”, explicó a este diario Alejandro Delgado, director de Desarrollo de Negocio de GlobalSuite Solutions. Y aunque el impacto puede ser grave, añadió que “con la preparación adecuada, muchas de estas amenazas pueden gestionarse eficazmente y suponer menos daños de lo previsible”.
El primer paso es identificar los procesos que sostienen la actividad del negocio
Según este experto, el primer paso para cualquier micropyme, además de protegerse financieramente el propio autónomo, es identificar los procesos clave que sostienen la operatividad del negocio. “Es necesario evaluar cómo una interrupción afectaría las operaciones, las finanzas y la reputación del negocio. Además, hay que determinar los recursos necesarios para continuar, como equipos alternativos, acceso a datos o proveedores secundarios”.
Para ello, una guía útil es la norma ISO 22301, que establece los requisitos para un sistema de gestión de continuidad del negocio. Este estándar puede parecer técnico, pero sus principios básicos son aplicables a cualquier negocio: determinar qué procesos son imprescindibles, analizar los riesgos, establecer estrategias y, sobre todo, practicar las respuestas mediante simulacros. “Una vez identificados los riesgos, es recomendable desarrollar escenarios de crisis y diseñar estrategias de recuperación”. Esto incluye, continuó Alejandro Delgado, “planes detallados que indiquen quién hace qué, cuándo y cómo”.
La tecnología puede ayudar a los negocios a prever desastres naturales y reducir pérdidas
Por ejemplo, un pequeño negocio del sector alimenticio puede enfrentarse a una interrupción en el suministro de una materia prima clave. Con un plan de continuidad, puede activar una respuesta rápida: contactar a proveedores alternativos, ajustar temporalmente sus recetas y mantener informados a sus clientes. Pero esto hay que preverlo antes de que suceda y tenerlo previsto.
Sin embargo, la gestión de riesgos no solamente protege a las empresas de eventos disruptivos; también abre nuevas oportunidades. “Al cumplir con estándares de gestión de riesgos, las micropymes pueden acceder a nuevas colaboraciones y fortalecer su posición en el mercado”, añadió el experto.
Los avances tecnológicos ofrecen un respaldo crucial para gestionar imprevistos, en especial si el negocio reside en zonas de riesgo latente. Contar con sensores en infraestructuras críticas, estar dado de alta en sistemas de alertas tempranas y prestar atención a modelos predictivos basados en inteligencia artificial son algunas herramientas que ayudan a prever y mitigar riesgos. Un ejemplo claro es el sistema ES-Alert, que envía mensajes de emergencia a los teléfonos móviles de las áreas afectadas, y que ya se ha activado en situaciones de crisis en España.
Aprender de las crisis pasadas puede salvar a los negocios de la quiebra cuando sufren un imprevisto
Para que los autónomos y las micropymes puedan visualizar la aplicación de estas estrategias, Alejandro Delgado ofreció ejemplos prácticos que ilustran cómo reaccionar ante diferentes tipos de imprevistos: un ataque informático puede paralizar un negocio si no se tiene un plan de respuesta. Las empresas deben aislar los sistemas afectados, notificar al equipo que se ocupa de estos temas o al proveedor de tecnología contratado, y restaurar sus operaciones desde copias de seguridad seguras. La clave está en tener estos pasos previamente definidos.
En negocios agrícolas o que dependen del agua, es crucial prever medidas para garantizar el suministro, como acuerdos con proveedores alternativos o inversiones en tecnologías de eficiencia hídrica. En el caso de negocios de logística, contar con rutas alternativas y acceso a vehículos adecuados para condiciones extremas puede marcar la diferencia entre cumplir con los plazos o arriesgarse a tener pérdidas importantes. Por último, un caso reciente es la necesidad de digitalizar operaciones, como sucedió durante la Covid-19. “Negocios que ya habían invertido en comercio electrónico o teletrabajo pudieron adaptarse más rápido, mientras que los que no lo hicieron sufrieron más”, recordó el experto.
Estos ejemplos destacan cómo anticiparse y tener un plan puede ser lo que posibilite salir adelante yo echar el cierre. Cada evento inesperado ofrece lecciones valiosas para mejorar la preparación futura. Alejandro Delgado señala que los negocios “deben analizar cada incidente para identificar qué funcionó, qué falló y cómo pueden mejorar”. Este aprendizaje continuo es esencial para mantener la resiliencia a largo plazo.
Porque, aunque no se pueden evitar todos los riesgos, estar preparado puede establecer las diferencias entre una interrupción temporal y un impacto irreversible. Invertir en gestión de riesgos y continuidad del negocio debe contemplarse no tanto como una medida preventiva, sino como una inversión en el futuro del negocio.