En los últimos años conceptos como horarios flexibles o cronotrabajo están a la orden del día. Las jornadas laborales están cambiando y puede dar la impresión de que gracias a ello son los empleados quienes ganan, puesto que cuentan con una mayor libertad para llevar a cabo sus tareas profesionales. Sin embargo, si se mira con atención, también las empresas se aprovechan de ello.
¿Cuál es la verdadera razón por las que algunas costumbres laborales gregarias están viéndose cada vez más alteradas? Y sobre todo, ¿hasta qué punto la típica jornada de 9 a 5 puede llegar a tener los días contados? La respuesta, tal y como señalan muchos especialistas, podría estar en los cronotipos de cada trabajador; es decir, en sus ritmos circadianos.
Cada trabajador tiene su horario
Hay ocasiones en las que, a base de repetir una mentira, esta parece volverse realidad. Suele decirse, por ejemplo, que el ser humano es diurno, y que por lo tanto lo más razonable (y responsable, puesto que es lo que socialmente está mejor visto) pasa por levantarse pronto, trabajar por la mañana y dormir de noche, preferiblemente a una hora más o menos temprana.
Esto puede ser apropiado para algunas personas, pero ni mucho menos para todas. Sencillamente, porque cada individuo tiene su propio cronotipo o ritmo circadiano. Es algo que han demostrado diversos estudios, pero que uno mismo puede notar simplemente fijándose en el momento del día (o de la noche) en que tiene más energía y menos sueño, y al contrario.
Tal y como señalan expertos como el doctor Michael Breus, solo el 55% de los trabajadores alcanzan su pico de productividad entre las 10 y las 14 horas del día. Otros en cambio lo hacen a primerísima hora de la mañana, mientras que tampoco faltan las personas “búho” cuyos cuerpos solamente se sienten realmente bien, descansados y relajados de noche.
Entonces, si cada trabajador alcanza su pico en una hora distinta, ¿por qué todos deben tener el mismo horario de trabajo? Esta es una pregunta que cada vez más empresas se hacen, solo para descubrir que, sencillamente, no es rentable para ellas. Renunciar a los horarios tradicionales permite no solo aumentar la productividad, sino también abarcar más horas del día.
¿Adiós a los horarios tradicionales?
Si realmente adaptar la jornada al ritmo circadiano o al cronotipo de cada trabajador parece resultar mucho más lógico, también para las propias empresas, ¿por qué no se ha hecho antes? Probablemente porque la tecnología, a diferencia de lo que hoy en día sucede, no permitía adaptarla con garantías.
Desde un punto de vista práctico, la propia BBC se ha referido al tema para resaltar que “no tiene sentido que todo el mundo trabajo en el mismo horario, si no tiene el mismo horario por naturaleza”. Ajustarse a sus ritmos naturales no solo aumenta el rendimiento, lo cual interesa a su compañía, sino que mejora el estado de ánimo y la satisfacción laboral, que también.
Teniendo todo esto en cuenta, no es de extrañar que, efectivamente, los horarios tradicionales pudiesen tener los días contados, más aún teniendo presente que la IA viene empujando fuerte, o que la semana laboral de 4 días ya se toma en serio en algunos lugares. Todo está cambiando, y saber adaptarse a los nuevos tiempos puede ser fundamental.