La política económica y la incertidumbre por los impuestos, la causa de la desaparición de la inversión en España, según BBVA Research

 

¿Qué va a pasar con los Presupuestos? ¿Y con los pisos turísticos y los alquileres temporales? ¿Habrá nuevas medidas fiscales para cumplir con Bruselas?

Estas son preguntas que cualquiera podría hacerse mirando a 2025, y que sin duda se hacen constantemente las empresas y mercados antes de dar el paso de invertir en España. Que no haya respuesta es la razón que explica que no inviertan.

«La incertidumbre relativa a la política económica es lo que explica que estemos viendo un retraso en la inversión«, advertía hace unos días Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research, durante la presentación del informe Situación España.

Según el centro de estudios de BBVA, la «incertidumbre generada sobre determinados impuestos» y, en general, en relación a la política económica, «está afectando al mercado de la vivienda, al sector del automóvil, y a las decisiones de inversión de muchas empresas».

Hace un par de semanas, el Gobierno logró sacar adelante en el Congreso su reforma fiscal que incluía un impuesto sobre los beneficios de la banca, una prórroga del gravamen a las energéticas hasta final de año y una tasa mínima del 15% del Impuesto de Sociedades para grandes empresas.

Fuera del texto se quedaron otros impuestos que también había planteado y de los que se libraron los pisos turísticos, las Socimis y el sector del automóvil. Concretamente, no salió adelante la aplicación de un IVA del 21% a los pisos turísticos, ni el impuesto a los productos de lujo o el de las grandes herencias, ni el fin del régimen de tributación especial para las Socimis (que son el vehículo de inversión por excelencia en el sector inmobiliario), ni la subida de impuestos al diésel.

Todas esas medidas fiscales se quedaron fuera de la reforma porque había prisa (todas las medidas pendían de la directiva comunitaria que establece una tributación mínima del 15% a las multinacionales y que España estaba obligada a aprobar antes de que terminara el año para cumplir con Bruselas). Pero no está claro que no vayan a retomarse próximamente.

Es más, el mismo día que se aprobó la reforma fiscal, el responsable económico de Sumar, Carlos Martín, decía: «No renunciamos al impuesto a las grandes herencias, a los productos de lujo, queremos eliminar esas exenciones regresivas en los seguros médicos privados y en el IVA de los apartamentos turísticos».

A partir de ahí, el horizonte de incertidumbre que se abre para empresas e inversores es lo que está abonando el parón de inversión en España.

«La inversión, en general, continúa mostrando una débil respuesta a la actividad. Además, la incertidumbre sobre la política económica sigue elevada, a la espera de que se anuncien más medidas para cumplir con la consolidación fiscal para el siguiente año y sin un consenso en cómo abordar los retos de medio plazo», confirma el informe de BBVA Research.

Como consecuencia de todo ello, añadía Doménech, «la inversión va atrasada y seguirá estando restrasada el año que viene. Recuperaremos algo, pero seguirá estando lejos de los niveles que necesitaríamos».

Después de 2 trimestres seguidos en caída libre en 2023, la inversión dejó atrás los números rojos a principios de 2024, con un repunte del 2,6% en el primer trimestre, gracias al comportamiento de bienes de equipo y vivienda, con un avance del 3,7% y del 3% respectivamente. En el segundo trimestre, volvió a repuntar un 1,2% interanual.

Sin embargo, la inversión se ha convertido en el único componente del PIB que no termina de levantar cabeza. Mientras el resto recuperan terreno perdido y alcanzan récords históricos (es el caso de las exportaciones o el turismo), la inversión continúa por debajo de los niveles prepandemia.

Durante meses, los economistas se han mostrado extrañados ante la falta de dinamismo de la inversión, en un contexto generalizado de recuperación económica, máxime con la inyección de miles de millones de euros de los fondos europeosPero el miedo es mucho más fuerte.

El problema de que la inversión no termine de remontar es que, en primer lugar, se espera que en 2025 los dos motores que hasta ahora han tirado con fuerza de la economía (el turismo y las exportaciones) empiecen a frenarse.

El primero, porque después de tantos años de récord en récord de llegada de turistas y gasto, se acerca a su techo. «Los límites del turismo pueden estar cerca, estamos alcanzando los límites de la capacidad productiva», avisa Doménech, y calcula que las exportaciones de servicios turísticos están entre un 20% y un 53% por encima de sus fundamentales.

El segundo, debido a la desaceleración de la economía global y a las amenazas comerciales derivadas del retorno de Donald Trump, que podrían restarle 7 décimas de crecimiento a la economía entre 2025 y 2026.

Pero la falta de inversión en un país provoca otro problema más. Lo que ocurre con la inversión en España en relación a Europa es comparable a lo que le pasa a Europa con EEUU, explica Doménech.

«Europa es una región que exporta ahorro para que otros países lo inviertan, principalmente en EEUU, a costa de una menor rentabilidad en Europa. Ese mismo diferencial de inversión lo vemos en España», avisa.

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