¿Son el éxito y la vileza una dupla infalible? 5 lecciones marketeras de Donald Trump

 

La carrera con rumbo a la Casa Blanca, que tan ajustada parecía a bote pronto, ha concluido con la victoria incontestable de Donald Trump en las elecciones presidenciales que se celebraron allende los mares el pasado martes.

Aunque a ojos de muchos el triunfo de Trump en las urnas ha sido tan sorprendente como desolador, lo cierto es que el candidato republicano jugó mejor sus cartas que su contrincante Kamala Harris (en el plano estrictamente marketero al menos). Así lo asegura Friedrich Tromm, fundador de la agencia alemana TryNoAgency, en un artículo para W&V.

¿Qué falló en la campaña de Kamala Harris?

Harris, la rival que Trump tenía enfrente, era por lo pronto un «producto» pobremente definido. Y aunque era de sobra conocida por los «clientes» (los votantes), su marca era huérfana definitivamente del empaque suficiente para ponerse al frente de la Casa Blanca, dice Tromm. En su etapa como vicepresidenta de Estados Unidos Harris ha estado, al fin y al cabo, agazapada en las sombras. Y por eso durante la campaña no ha podido sacar pecho con éxitos verdaderamente propios y ha tenido además que cargar sobre los hombros con los fracasos de Joe Biden.

La candidata demócrata no ha sabido ser un «croma verde» en el que sus votantes pudieran proyectar sus esperanzas. Y no ha sido ni un «producto» 100% nuevo ni tampoco un «producto» conocido a la perfección (para bien y para mal) por el votante, que en este sentido se ha mostrado más bien dubitativo a la hora de saber qué esperar exactamente de ella, enfatiza Tromm.

Por el contrario, la marca de Donald Trump ha sido siempre perfectamente reconocible. Pese a que es millonario desde la cuna (y se comporta como tal), el candidato republicano ha logrado posicionarse paradójicamente como el «hombre del pueblo», mientras que Kamala Harris, de orígenes mucho más humildes, ha tenido que bregar con el sambenito de ser excesivamente elitista, señala Tromm.

Harris, se ha equivocado, por otra parte, de manera más que flagrante a la hora de abordar el tema de la inmigración, que casi la mitad de la población estadounidense tilda de absolutamente crucial. Aun cuando en este tema en particular la candidata demócrata se ha mostrado más bien laxa, los datos evidencian que la situación en la frontera de Estados Unidos con México ha empeorado ostensiblemente desde que Joe Biden se pusiera al frente de la Casa Blanca hace casi cuatro años, señala Tromm. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, alrededor de 1,9 millones de personas trataron de inmigrar a Estados Unidos desde México en 2021. Un año después esa cifra escaló hasta los 2,7 millones de inmigrantes y en 2023 más de 3,2 millones de personas intentaron inmigrar de México a Estados Unidos.

Lecciones marketeras de la campaña de Donald Trump

De la campaña electoral de Donald Trump pueden extraerse, según Tromm, las siguientes lecciones:

  • En una contienda no vale las medias tintas (y hay que ir siempre armado hasta los dientes). En la última campaña electoral, que ha sido probablemente la más cara de todos los tiempos, tanto Trump como Harris han invertido ingentes cantidades de dinero, que se antojan hasta cierto punto necesarias en vista de lo que estaba en liza.
  • Hay que escuchar atentamente al votante (y también al cliente). En los últimos comicios en Estados Unidos el número de votantes preocupados por la inmigración duplicaba a la cifra de ciudadanos a los que preocupaba, por ejemplo, el aborto. En este sentido, y a la luz de estas cifras, estaba claro que el candidato (Trump en este caso) que más predispuesto se mostrara a resolver los problemas económicos de Estados Unidos tenía claramente más papeletas para imponerse en las urnas.
  • Menos demonización y más soluciones lógicas y concretas. Trump ha sido demonizado hasta la saciedad y ello ha jugado probablemente a su favor (aunque no lo parezca a priori). Los políticos (y también las marcas) no viven solo de las sensaciones sino también de las promesas. Y muy a menudo la promesa aparentemente más simple es la que gana. Lo importante es formular la promesa de la manera lo más comprensible posible, como bien ha demostrado Trump.
  • Salirse del guion puede ser un arma poderosísima. En la última campaña electoral Trump se atrevió a salirse del guion. E invirtió, por ejemplo, tres horas conversando con el famoso «podcaster» Joe Rogan sin ceñirse en ningún momento a ningún guion (al menos aparentemente).
  • La honestidad hace morder el polvo a la afrenta. En su controvertida campaña olímpica «Winning isn’t for everybody – Am I a bad person?» Nike ya demostró hace unos meses que a veces hace falta una pizca de vileza para conquistar la victoria. Y aquellos que como Trump admiten que sus estratagemas no son a veces ni las más limpias ni las más honestas (lo cual les coloca lógicamente en el ojo huracán y les convierte en recipiente de múltiples afrentas) son percibidos de manera más benigna que aquellos que se empeñan en demostrar a toda costa que son el epítome de la honradez, destaca Tromm.

Los demócratas con Harris al frente se han equivocado probablemente a rodearse de mayorías que no están exactamente en las calles sino más bien en el universo del espectáculo y las élites empresariales. Trump, por el contrario, sí ha sabido apelar con éxito a los estadounidenses de a pie, esos que le son paradójicamente ajenos y que ha sabido subyugar, no obstante, con proclamas tan populistas como convincentes, concluye Tromm.

Esther Lastra

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