Tres experiencias de ‘startups’: cometer errores acelera el éxito emprendedor

En el ecosistema emprendedor se habla mucho de rondas de financiación, escalabilidad y disrupción tecnológica, pero muy poco del coste personal que conlleva liderar y sacar adelante una startup. Precisamente, la primera jornada del Al Andalus Innovation Venture 2025 dedicó un espacio destacado a debatir sobre cómo emprender sin “romperse”; un coloquio en el que varios fundadores de empresas emergentes exitosas compartieron experiencias de estrés, burnout y errores de gestión que marcaron sus trayectorias.

Un debate que conecta con una cuestión clave para todo emprendedor: de qué se aprende más, de los éxitos o de los fracasos. Las respuestas de tres fundadores con startups consolidadas ayudaron a AyE a entender cómo se construyen los aprendizajes en este entorno de alta exigencia.

En este sentido, Javier Rial, CEO y cofundador de Ciclos Preciso, una startup con un sensor para la identificación y clasificación de residuos, contribuyendo a la economía circular y la optimización del reciclaje, lo expreso a este diario de manera directa: “Un buen emprendedor aprende más de sus errores para no volverlos a cometer, y de ese modo convertirse en un emprendedor exitoso”.

Para Rial, el error ha sido un punto de inflexión en varias ocasiones. Reconoce que en experiencias anteriores se apresuró a buscar inversión, sin haber perfeccionado antes el producto. Ahora asegura que la prioridad ha cambiado: “Primero consolidar la tecnología y después acudir al mercado de capital”.

Los errores al emprender son un motor de aprendizaje

Beltrán Berrocal, CEO y cofundador de Zero Labs, una compañía que aborda la descarbonización de la cadena de suministro con tecnología, coincidió en que la experiencia negativa es más fértil que la positiva. “Los emprendedores y la gente de éxito, en general, aprenden más de los errores que de los éxitos. Un tropezón te da feedback de lo que tienes que corregir”, afirmó. En su visión, acertar pasa muchas veces por perder el miedo a fallar y seguir intentándolo.

Por su parte, Óscar Paz, CEO y fundador de InsurNOW!, una startup centrada en la innovación aseguradora y en la capacitación para comprender el valor real que aporta la tecnología, introdujo un matiz generacional. “Lo que es un éxito a los 20 puede que no lo sea a los 40. A medida que uno va cumpliendo años, el éxito está más en la salud, en la familia, incluso en dejar un legado”, explicó. En el plano del negocio, reconoce que su mayor error fue desarrollar herramientas tecnológicas que no respondían a ninguna necesidad real del cliente.

Para Paz, el fracaso es claro: “Ofrecer algo que realmente no resuelve el problema de nadie”. Ese aprendizaje le llevó a situar al cliente en el centro y evitar que la tecnología sea el punto de partida. Recuerda haber lanzado soluciones digitales que apenas aportaban valor frente a los procesos manuales que buscaban sustituir, un fallo común en el sector tecnológico.

Rial añade un matiz importante sobre el recorrido real de cualquier fundador. “Es muy difícil o yo no conozco emprendedor alguno que no haya cometido errores, y desde su primer emprendimiento haya tenido un negocio exitoso”. Su tesis es que el error es parte constitutiva del oficio y que el éxito suele llegar después de corregir varios tropiezos. En su caso, ha pasado por revisar decisiones estratégicas clave.

La visión de Berrocal se refuerza con su propia trayectoria en Zero Labs. Cuando propusieron abordar la descarbonización de la cadena de suministro, muchos lo consideraban imposible. A pesar de las dudas externas, lograron demostrar que su tecnología facilitaba un trabajo que hasta entonces requería meses de esfuerzo a los auditores.

El propio Berrocal insiste en que fallar rápido y barato es parte de la metodología. “Fallar, fallar, fallar hasta que no empieces a fallar o fallas siempre menos”, resumió. De este modo, el error no se convierte en un obstáculo definitivo, sino en un mecanismo de ajuste continuo.

El éxito ha de tratarse con cuidado: es un ‘traidor silencioso’

El coloquio celebrado en Al Andalus Innovation Venture abordó otro aspecto menos visible, pero igualmente relevante: la salud del emprendedor. Alejandro Villarán, CEO y cofundador de GrowersGo, relató cómo un tromboembolismo pulmonar derivado del estrés crónico casi le costó la vida en 2020. Su testimonio mostró el impacto que puede tener sobre la salud el peso de las rondas de financiación, las tensiones entre socios o la presión de liderar un equipo en pleno crecimiento.

En la misma línea, Javier Arroyo, fundador de Smartick, subrayó que “el mayor coste para un emprendedor no es fallar al mercado, es descuidar tu salud mental”. Explicó cómo en los primeros años de su startup vivió obsesionado con métricas y facturación, hasta comprender que sin propósito ni equilibrio emocional el negocio no podía sostenerse. Hoy insiste en que la motivación del equipo y la gestión emocional son tan estratégicas como los indicadores financieros.

Los datos mencionados en el coloquio reflejaron una realidad inquietante: el 60% de los emprendedores sufre estrés crónico y burnout. En ese contexto, el fundador de Lean Finance, Javier de la Torre, describió el desgaste de enfrentarse a decenas de negativas antes de cerrar una ronda de financiación. “Hay 98 noes antes de dos síes ansiados”, señaló. Una experiencia que alimenta el síndrome del impostor y que muchos emprendedores callan por no mostrar debilidad.

Y la psicóloga empresarial Daniela Luque apuntó que contar esas experiencias negativas puede ayudar a transformar los fracasos en un aprendizaje compartido. Recomendó convertir las historias de rechazo y dificultades en un “fracaso estratégico”, relatado con honestidad y propósito para crear comunidad y reducir la sensación de aislamiento que acompaña al fundador. Su intervención recordó que la vulnerabilidad, lejos de ser un signo de debilidad, puede convertirse en una herramienta de conexión.

El éxito puede convertirse en una trampa peligrosa: genera falsa confianza

Óscar Paz también alertó sobre un riesgo que no siempre se asocia al fracaso: el exceso de confianza tras un triunfo. “A veces el éxito es tu mayor traidor, porque tú te confías en esa posición”, afirmó. Puso como ejemplo a grandes compañías como Kodak, Nokia o Blockbuster, que no supieron reaccionar a tiempo ante los cambios del mercado y terminaron perdiendo el liderazgo que habían alcanzado.

En su opinión, la competencia actual avanza a un ritmo vertiginoso, especialmente con la irrupción de tecnologías como la inteligencia artificial. “La distancia de tu competencia está ya a medio clic”, apuntó. La enseñanza es que ningún logro asegura el futuro y que cada éxito debe gestionarse con cautela para no caer en la complacencia.

Rial, Berrocal y Paz coincidieron en que la resiliencia se forja más en el error que en el acierto. Aunque los pequeños éxitos aportan confianza, es el fracaso el que obliga a revisar decisiones y a reinventar la estrategia. Esa idea estuvo presente tanto en las entrevistas como en el coloquio, donde se recordó que en las fases tempranas de una startup los tropiezos son inevitables y forman parte del proceso. Lo importante, en palabras de Berrocal y de Rial, es “no tener miedo a fallar e intentarlo todo”.

Jaime Rodríguez

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