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¿Te ha pasado?
Estás trabajando en algo.
Lo tienes claro.
Pero de repente, aparece “la idea”.
Ese curso, esa herramienta, ese proyecto nuevo que promete ser la solución perfecta.
Y claro, te lanzas. «Esto sí va a cambiarlo todo».
Pero, ¿sabes qué pasa? Nada.
Porque lo dejas a medias.
Cambias de rumbo.
Pierdes el foco.
Esto tiene un nombre: el síndrome del objeto brillante.
Y no estás solo, nos pasa a todos.
Es esa necesidad de perseguir lo nuevo, lo que parece mejor.
Lo brillante.
El problema es que lo brillante engaña.
Parece perfecto, pero no te lleva a ninguna parte si no te comprometes.
La realidad es simple: no necesitas más cosas. Necesitas menos distracciones.
Necesitas avanzar con lo que ya tienes, porque ahí es donde está el verdadero progreso.
Hazte esta pregunta: ¿Estoy avanzando o solo entreteniéndome con lo que brilla?
No se trata de más herramientas o cursos.
Se trata de estar rodeado de personas que te impulsan y de tener una guía que te ayude a mantener el rumbo.
Porque la libertad, la vida que sueñas, no llega de la mano de algo “nuevo”.
Llega cuando decides enfocarte y mantenerte firme en lo que importa.
Recuerda: lo brillante se apaga.
Pero lo que construyes con intención, eso queda.
Recibido por email de: Vive Distinto
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